La Coyotada; Cuna intacta de Pancho Villa

Para los villomanos, este poblado es una experiencia invaluable. Las opciones, además de llegar con una buena biografía de Pancho Villa, es visitar la casa donde nació y acampar en los alrededores.

Por Carmen Pizano

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La Coyotada es un pequeño poblado perteneciente al municipio de San Juan del Rio, Durango, el cual se ubica a cerca de 110 kilómetros de la capital Durango, es decir, una hora y media de recorrido en la carretera 45.

En el poblado no residirán más de 80 vecinos -un caserío en realidad- y no ha cambiado mucho desde principios de siglo XX -el aislamiento y el olvido sigue siendo su realidad-. De aquí partió la leyenda del bandolero revolucionario, en un mundo con pocas opciones pero muchos horizontes.

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En medio del paisaje desértico se levanta una casa de adobe, blanca, sin ventanas, con tres pequeños cuartos y un horno de pan, dos de ellos eran recámaras y uno fungía como cocina. Es la casa donde nació y vivió sus primeros años Francisco Villa.

Sabemos que la casa conserva casi todo intacto, gracias a las fotografías que el periodista Martín Luis Guzmán encargó realizar en la década de los 30.

En esta humilde morada un 5 de junio de 1878 a las 3 de la tarde, doña Micaela Arámbula dio a luz a un pequeño –el mayor de cinco hijos- que con los años se convertiría en Pancho Villa, héroe de la Revolución y comandante en jefe de los famoso Dorados elegantemente transformados en la División del Norte.

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“Fue una persona que apenas sabía leer y escribir, pero que, cuando fue gobernador de Chihuahua, fundó 50 escuelas. Un personaje que a partir del robo organizado de vacas, creó la más espectacular red de contrabando al servicio de la Revolución. Un hombre que odiaban tanto que para matarlo le dispararon más de 150 veces” describe el escritor Paco Ignacio Taibo II.

Hoy en día una de las recámaras funge como pequeño museo. A las afueras de la vivienda, hay una estatua del Centauro del Norte, con un listado de las batallas que ganó su ejército.

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No obstante, la Revolución sigue sin hacerle justicia a los pobladores cercanos, sin trabajo y sin servicios cercanos, las pocas almas que deambulan por ahí, procuran migrar pronto hacia el norte o buscan en el magro turismo el sustento esporádico.

El cielo nocturno de La Coyotada es hermosa, el mismo que miró Doroteo Arango, cada año hacen las famosas cabalgatas villistas en honor al general, pero lo importante -además de ser mi deseo- es que una gran figura a la altura del General Villa o del Sub Comandante Marcos, salga de entre el olvido del desierto a reclamar lo suyo. Ojala ocurra y pronto.

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